Un cineasta tiene vagos recuerdos sobre su participación como soldado durante la guerra del Líbano en 1982, a sus 19 años. En el documental animado Vals con Bashir (2008), el director israelí Ari Folman busca dragar su memoria y reconstruir dichos recuerdos, entre ellos las masacres de los campos de refugiados de Sabra y Shatila, de las cuales no puede dar cuenta qué tan involucrado estuvo. Las frecuentes pesadillas de su amigo Boaz –siempre perseguido de noche por los mismos 26 perros que buscan asesinarlo– provocan que el director analice su propia y sorprendente memoria. El score de esta película es de Max Richter, quien dramatiza la película mezclando música clásica con electrónica (posclásica la llama él mismo); el soundtrack incluye canciones conocidas del rock, pop o punk, como aquella memorable en la que, mientras un Folman animado deambula por las calles en otro tempo, una televisión detona This is Not a Love Song, de Public Image Ltd, para mostrar la soledad del personaje y la idiotez de la guerra, o Enola Gay (nombre de aquel B-29 que tiró la bomba atómica), de Orchestral Manoeuvres in The Dark, que abre la puerta a la extraña alucinación en la que un soldado es rescatado del barco por una enorme mujer desnuda, mientras la nave, y sus sueños, son bombardeados.
Puro Soundtrack
viernes, 12 de marzo de 2021
lunes, 6 de julio de 2020
Natural Born Killers
"¿Poseeré la suficiente música dentro de mí como para no desaparecer jamás? Hay adagios tras los que no puede uno ya pudrirse." Ciorán
A toda velocidad por la Ruta 666, despedazando vehículos, tirando balas a placer, Mickey y Mallory Knox, temibles asesinos estadunidenses asolan puebluchos y ciudades de los Estados Unidos... Suerte de reality show, contada vertiginosamente con innumerables recursos visuales (formato televisivo, anuncios comerciales, cortes reales de noticiarios, animación, mezcla entre color y blanco y negro), Asesinos por naturaleza, violenta cinta de Oliver Stone, con escenas censuradas en algunos países, y generada a partir de la historia de otro amante de la violencia, Quentin Tarantino, es una cinta cuya banda sonora refleja a la perfección este mundo sangriento, decadente, acelerado y psicótico de los asesinos, que tanto gusto genera alrededor del mundo. En las películas de acción siempre la musicalización tiene un tono irónico: la música va creando puntos de vista indirectos con lo que vemos, genera atmósfera o marca contrapuntos; sin embargo la banda sonora de Asesinos refiere claramente a la violencia, la construye; la sentimos, pues no está matizada; el punto de vista de las piezas sonoras existe dentro del filme, golpea, señala, apunta, y dispara... A las escenas con diálogos clave se suman ambientes y canciones perfectamente organizados por Trent Reznor. Como un regalo, el soundtrack incluye una pieza en la que la bella Juliette Lewis, recluida en una fría celda obscura, suelta su trémula voz con "Born bad", antes de, inesperadamente, al verse espiada, correr hacia la puerta para chocar a toda velocidad su frente contra el metal. Pum!
lunes, 8 de junio de 2020
Aguirre, la ira de Dios
Pocas veces baja Dios a la Tierra, y cuando lo hace, se desatan tempestades. Werner Herzog nos cuenta que un día Dios bajó, allá en el siglo XVI, en lo que hoy es Perú, y que venía en la expedición de Gonzalo Pizarro, encarnado en el vasco Lope de Aguirre (Klaus Kinski); y que tras descender de Los Andes hacia el río Marañón ya venía enceguecido por El Dorado. Y que por eso traicionó a los suyos, a su rey y a su propia hija. Aguirre no sólo trazó la muerte, sino que también, por un brevísimo instante, al invocar la muerte de los pájaros bajo su palabra, Dios rompió el film: volteó a cuadro y te miró y me miró y nos dijo "yo soy la cólera de Dios... la tierra sobre la que camino me ve y tiembla". La voluptuosidad de la selva, la introspección indígena, el pensamiento detenido en el tiempo, la incertidumbre y las pasiones, navegan juntos en ese eterno viaje en balsa en un río que lleva al sinsentido. Musicalizado por el experimental grupo alemán Popol Vuh, precursor de la música electrónica y de la música mezclada con instrumentos autóctonos, esta banda liderada por Florian Fricle también hizo la música de filmes de Herzog como El enigma de Kaspar Hauser, Corazón de cristal, Nosferatu, Fitzcarraldo y Cobra Verde.
martes, 2 de junio de 2020
Koyaanisqatsi
Primera de tres obras documentales de Godfrey Reggio, producida por Coppola, Koyaanisqatsi o "Vida fuera de equilibrio", en lengua Hopi, es una excelente dramatización del poder destructivo del hombre. Narrada básicamente por medio de cámaras lentas y rápidas, en escenarios reales inimaginables y ciudades superpobladas, el filme va mostrando in crescendo un contraste entre el mundo natural, cósmico, tal como existe o como nos fue entregado por la Naturaleza, y los espacios transformados por el ser humano. Final predecible (el de la humanidad, por supuesto). A través del particular estilo de Philip Glass (austeridad en las formas, adición constante, repetición), este disco minimalista no sólo apoya el contraste visual mencionado sino que logra hacer sentir (¿hacer ver?) el vertiginoso paso del tiempo y del cambio. Perfecto ensamble musical de Glass, este hombre que pasó por el budismo, que en épocas de estío y de incomprensión fue taxista y reparador de electrodomésticos, y que en la actualidad se ha convertido en un reconocido orquestador de películas con un estilo particular: las siguientes dos entregas de la trilogía qatsi: Powaqqatsi y Naqoyqatsi, de Reggio; A brief history ot Time y The Thin Blue Line de Errol Morris; Mishima, de Paul Schrader; Kundun, de Martin Scorsese, y la musicalización para el Drácula de Tod Browning.
martes, 26 de mayo de 2020
A Girl Walks Home Alone at Night
La noche aparece en
la tierna y diáfana mirada de un rostro inocente cubierto por una burka, que larga
y negra, cubre el cuerpo escuálido que se desliza flotante sobre una patineta, mientras
visita en la abierta vulnerabilidad de la dulzura, la oscuridad de las calles. La
simetría del corazón muestra sus dos caras humanas. Y en el imaginario emerge
entonces el lado de lo perverso y lo siniestro, el terror de una sociedad
descompuesta por tradición. La niña tierna se transfigura en la mujer que afila
los colmillos y penetra los cuerpos de los trasgresores. Inmanente se hace la venganza
que rasga y busca abrirse el paso hacia la justicia, hacia otro orden en el que
la mujer no yazca siempre vencida al final de la historia. En este film,
las escenas desgarradoras de la violencia se acompañan de los melodiosos
poderes del rock: la fuerza, el poder, la ruptura, con los que la banda Kiosk,
desde la censura y el exilio, les canta a sus jóvenes y sacude a la autoridad iraní
con su palabra maldita, la crítica satírica con que avasalla a la cultura
machista y fuera de tiempo. El feminismo corta con su filo la degradación
histórica, pero es el amor el verdadero redentor, motor del giro en que se concilian
los opuestos. El amor nos com-prende, nos allega al perdón, a la restauración
del equilibrio y a la esperanza.
martes, 19 de mayo de 2020
The Life Aquatic
Pelé dos Santos, de 30 años (Seu Jorge) es el personaje encargado de los explosivos del oceanográfico y expedicionario equipo de Steve Zissou, que surca los mares en el Belafonte (trémulo homenaje a Harry, el Rey del Calipso). A lo largo de The Life Aquatic, de Wes Anderson, el actor y músico brasileño Seu Jorge, no sólo truena cargas de dinamita en una pelea contra piratas orientales; su mayor –y mejor– actividad en la película es cantar canciones de David Bowie en un aterciopelado portugués, sin ninguna intención dramática particular. En esta película Anderson aprovecha la autenticidad de Jorge para hacer un muy acústico y bello homenaje al otro rey, el Rey Camaleón, alternando con las composiciones originales del noruego-australiano Sven Libaek, y del propio Bowie. Un poco de saudade para las canciones del Camaleón.
lunes, 11 de mayo de 2020
Jazzuela
Siempre es difícil imaginar a Julio Cortázar sin la presencia de Teodoro Adorno, el gato. Es mucho más difícil tratar de entender a Horacio Oliveira –deambulando por las calles frías de París buscando a La Maga en hoteles viejos, burlándose de todo en el barrio latino– sin que los sonidos del jazz inunden las páginas de Rayuela. Mientras uno va siguiendo los vaivenes linguísticos y narrativos del cronopio mayor, los giros musicales de Dizzy Gillespie, Coleman Hawkins, Bessie Smith o Duke Ellington acompañan la lectura de la novela. De salto en salto, del lado de allá al lado de acá, de nota en nota y de capítulo en capítulo, Cortázar hace con Rayuela una partitura improvisando con palabras un texto al mejor estilo del jazz. Brillante conjunción entre literatura y música. En 2001 Pilar Peyrats publicó los resultados de su investigación sobre la música de esta gran novela latinoamericana, bajo el título Jazzuela. Julio Cortázar y el jazz. Sí, querido lector, los libros también tienen su musiquita.
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